Birdman - Alejandro Gonzáles Iñárritu

Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia) es una película que se puede definir en una sola palabra: pretenciosa, pero por ser pretenciosa no quiere decir que sea una mala película o pedante en su ejecución, sino que gracias a que es pretenciosa es que es magistral.
La película trata de un actor de los noventa el cual se hizo sumamente famoso interpretando a un superhéroe pero quiere ser recordado por hacer algo con verdadero significado y no solo un blockbuster del momento -Algo así como Michael Keaton y su papel como Batman- así que decide hacer una obra teatral de broadway. Este actor quien es también el director y protagonista de su propia obra teatral lidia con distintos problemas a la hora de realizar la obra y presentar los pre-estrenos, como también, problemas consigo mismo y su yo del pasado, ese yo quien disfrutaba de reconocimiento y admiración.
Dentro de la obra también actúa una vorágine de actores y actrices dentro de los cuales cabe destacar el de un actor de método con el cual es bastante difícil de trabajar -algo parecido a la fama que tiene Edward Norton- y el cual se liga a la hija del director.
Todo lo que acabo de decir puede sonar normal, básico y nada del otro mundo, y eso mismo son los personajes de la historia, a excepción del protagonista y el actor de método, ellos dos son muy pretenciosos, el actor de método es pretencioso porque si; la magia viene al hablar del personaje de Keaton, el protagonista es pretencioso porque busca ser algo que no es, se cree mejor que los demás aunque no lo demuestra, cree que el es quien va a devolver un valor filosófico y artístico al teatro, pero sin dejar el ego que arrastra por haber sido una estrella de cine, un movimiento en masa.
El protagonista se cree tener los superpoderes de un superhéroe, pero niega su pasado interpretando a uno, niega su pasado pero no puede dejar atrás el ego que construyo en este. Busca decirle en la cara a su audiencia que lo que ve en el cine, el teatro, las redes sociales, es pura mierda, que no ven arte sino una panda de celebridades a pesar de que el mismo es una celebridad.
Y es esta idea, soberbia y pretenciosa, la que logra capturar Alejandro G. Iñárritu en esta película, y es esto lo que la hace magnifica; le dice a su audiencia, a nosotros, que ya no apreciamos una obra de arte sino un espectáculo bochornoso de explosiones y presupuestos exorbitantes, mientras nos muestra una escena que parece salida de Los Vengadores. Nos dice que solo disfrutamos de ver superpoderes en la pantalla, mientras nos muestra a una persona con superpoderes. Y es exactamente eso lo que demuestra su punto, Gonzáles Iñárritu utiliza estos elementos del cine comercial para hacerle una critica al mismo. Le da a la falta de alma, de espíritu, de coraje y valor artístico que tienen las películas taquilleras del momento con su propia medicina, las insulta en la cara con la misma falta de alma y espíritu, pero con un soberbio valor artístico. Todo esto, al ritmo callejero de las calles de Nueva York.
Una muy buena película que nos invita a subir la talla como espectadores, lo cual muchos de nosotros deberíamos hacer.



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