GÜEROS - ALONSO RUIZPALACIOS
Güero: proveniente de “Huero” que significa huevo no fertilizado o que no tiene embrión.
Sin embargo, al menos en México, güero hace referencia a una persona rubia, de piel blanca, significado que con el tiempo se ha tergiversado al referirse a las personas de clase privilegiada.
Un plano cenital en blanco y negro y en formato de 4:3 de un globo de agua nos marca el inicio de la historia de cuatro protagonistas que durante una huelga universitaria, se deciden a encontrar al musico que hizo llorar a Bob Dylan, Epigmenio Cruz. Sin embargo, durante todo el filme seremos partícipes de un camino aparentemente desordenado, lejano y cercano, donde la cámara tiene su propio discurso, la fotografía un amor esteta, el guion una bocanada de filosofía y poesía, y el final una conclusión superflua a lo que verdaderamente se nos enseña, una travesía donde contrasta el ser y no ser parte de algo.
Tomás, un adolescente problemático de Veracruz, es demasiado problema para que solo su madre lo cuide, sobre todo cuando le acaba de lanzar un globo de agua a una mujer golpeada y su bebé. Así que es enviado a Ciudad de México donde su hermano Federico (alias “Sombra”) está estudiando en la universidad. Aunque nada más alejado de la anticlimática realidad, Sombra y su amigo Santos no están asistiendo a la Universidad ya que esta se encuentra en una huelga de un movimiento al que ellos ni critican pero tampoco forman parte. Los dos están al fondo de una incertidumbre que los llena de abulia y les priva de todo propósito, misma incertidumbre a la que arrastran a Tomás, un punto muerto donde no hacen nada porque no están a favor ni en contra de nada, solo están en huelga de la huelga. Pero esto cambia cuando en un periódico se enteran que Epigmenio Cruz está internado en un hospital próximo a morir, Epigmenio era un cantante que escuchaba el padre de Sombra y Tomás y según sus palabras, pudo ser él quien salvara el rock nacional.
Emprenden una búsqueda del olvidado músico, el cual mediante el bello sonido del silencio, hará que sigan un camino que los llevará al contraste de ellos mismos, Ana, el interés amoroso de Sombra a la que solo habíamos escuchado recitar poemas en la radio, la cara de la rebelión, alguien que ha encontrado su lugar en una Ciudad de México atemporal, que ve a su universidad como su hogar y a sus compañeros como sus hermanos a pesar de que estos se encuentren segmentados. Ella se une a la búsqueda que a priori solo le importa a Tomás, pero que poco a poco será el leitmotiv de todo el grupo, ya que es esta misma aventura la que les funciona como excusa para saber que tener que hacer, tener un objetivo más allá de ellos mismos.
Esto no podría estar más respaldado por la anticlimática resolución de la búsqueda, Epigmenio Cruz no es más que un viejo patán, cosa que es fácilmente olvidada por nuestros protagonistas, quienes tras una corta decepción, siguen su rumbo habiendo cumplido su propósito y sabiendo que su destino no era Epigmenio Cruz, sino todo el camino recorrido.
Güeros nos enseña la cura a la dura incertidumbre del no pertenecer, incertidumbre que bajo la forma de un tigre, nos acecha y causa pánico pues no sabemos qué pasará. Buscamos nuestro significado y lugar en una finalidad, un objetivo conclusivo; cuando a veces, nuestro destino está en nuestro kilometraje recorrido, o en nuestro punto de partida.
Cargada de una gran influencia de la Nueva Ola Francesa, Güeros nos muestra los contrastes de una sociedad dividida entre la dejadez y el clasismo, nos enseña una realidad mágica y cruda, digna de un filme Coming Of Age o una Road Movie. Se nos presenta una historia donde no importa el destino sino el camino y el crecimiento, en Güeros es más valiosa la forma en la que se llega a los lugares que el lugar en sí, y si el mundo fuera una estación de trenes y los pasajeros las personas del mundo, los poetas no son los que van y vienen, sino los que se quedan en la estación viendo los trenes pasar.
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